Nos lo tenemos que creer. Es verdad que últimamente las cosas cambian. Cada vez hay más iniciativas que intentan poner en valor nuestro territorio; que tienen claro que hay que trabajar más en la calidad y también en la comercialización de nuestros productos, cada vez es menos extraño encontrar los vinos o las cervezas de nuestra tierra en las mesas de nuestros restaurantes. Pero todavía hay una visión paternalista de muchos de los sectores involucrados, debemos comprender que no sólo favorecemos a los pocos productores que se han lanzado.
Hay que ir mucho más allá: si conseguimos crear un tejido fuerte y fortalecer todas las patas de esta mesa (productores, restauradores, distribuidores y consumidores) ganaremos todos y todas. ¿Qué tiene el Valle del Jerte con los cerezos que no tengamos nosotros con el florecimiento del almendro? Que tienen el Priorat, además de 30 años de experiencia, mientras nosotros nos dedicábamos a arrancar viñas y abocarnos al monocultivo? Cuánto cuestan los cientos de kilómetros de piedra seca que se nos suelos en cada llovida? Tienen más buen tiempo o playas la gente de la Provenza? Tienen mejores paisajes y caracteres los de la Toscana? No tozudamente no, lo que tienen es un carácter más chovinista y un ego más subido que nuestro trabajados y la han exportado y que les ha dado más frutos de lo que nosotros somos capaces de adivinar. No tienen sólo lo que tienen físicamente, tienen también una marca y han tenido un papel clave las instituciones. Que hemos estado haciendo nosotros mientras tanto? Malversar dinero y esfuerzos en pan para hoy ... Basta!
Toca remangarse, toca trabajar y trabajar bien, desde la base, desde los puntos de origen de los alimentos y calentarnos un poco la cabeza para encontrar todas las complementariedades que puedan suplir nuestras carencias. Adelante pueblo, adelante País Valenciano! Nos lo tenemos que creer
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