Los productores pertenecientes a la Indicación Geográfica Protegida Vinos de Castellón (IGP) han finalizado hace algunas semanas la vendimia. La valoración es buena, y aunque la cosecha ha sido bastante menor que la pasada campaña, las 16 bodegas asociadas al colectivo prevén la elaboración de vinos de calidad que aseguran la continuidad -si la Covid-19 lo permite-, del sector vitivinícola en las comarcas de Castellón. Así lo expresa el presidente de la IGP, Juan Carlos Pavía, quien tiene como una de sus prioridades conseguir el paso hacia la Denominación de Origen (DO).
¿Por qué no ha llegado aún la acreditación como DO?
No sabemos que ha pasado ni tampoco si ha habido movimientos que lo han impedido o si se ha quedado en un cajón. La IGP presentó el pliego de condiciones el año 2014 a la Conselleria de Agricultura, que, según nos dijeron, lo trasladó a la Unión Europea, pero a día de hoy nadie nos ha contestado. Todo es muy extraño, ya que la comisión europea tiene seis meses para emitir un dictamen sobre la petición y si hay algún concepto o elemento que hay que corregir, se devuelve para una revisión, se corrige y una vez rectificado, vuelve a Bruselas que en 6 meses vuelve a emitir un nuevo dictamen.
Pero han pasado ya seis años. ¿Nadie se ha puesto en contacto con la IGP?
No, aunque parezca extraño. A todas nuestras preguntas a la Consellería hemos obtenido la callada por respuesta. Nos dicen que no saben nada, cuando en condiciones normales ya hubiéramos tenido que conocer el dictamen de la UE y por no tener no tenemos ni la documentación que se envió a Bruselas. El problema es el silencio.
Y, ¿qué acciones se emprenderán?
Desde la Diputación de Castellón nos han mostrado su apoyo para realizar las gestiones necesarias y acelerar todo lo posible el proceso de petición de Denominación de Origen para los vinos de Castellón. La intención es profesionalizar el equipo que se encargue de realizar las gestiones burocráticas y de esta manera poder iniciar de nuevo los trámites que nos permiten en un futuro próximo obtener este reconocimiento.
¿Las condiciones para ser DO se cumplían?
Sí, por supuesto. Nuestro pliego de condiciones como IGP es casi idéntico al de la DO de Cebreros en Ávila, que por cierto, solicitó un año más tarde que nosotros lo calificación como DO y lo tiene aprobado desde 2018.
¿Es importante obtener la DO?
No es lo más importante para la IGP, porque nosotros continuaremos haciendo nuestro trabajo y produciendo vinos de calidad, que ya cumplen los criterios de una DO. Lo único a tener en cuenta es que la marca DO abra muchos mercados y sería muy positivo. Sin embargo, lo que tenemos que hacer es demostrar que sabemos hacer las cosas y sacar buenos vinos.
Se habla mucho de la calificación como DO para que los vinos de la IGP tengan una mayor proyección, pero considera que son conocidos en las comarcas de Castellón.
A veces nos sentimos un poco relegados, ya que la población, a pesar del trabajo que se está haciendo, no nos conoce. Y eso que en el informe del año pasado del Ministerio de Agricultura, los vinos de la IGP Castellón, son los que más han mejorado en calidad. Si hablamos del sector de la restauración, hay que decir que algunos restaurantes sí nos apoyan, como uno de Alcossebre en el que el 90% de los vinos de la carta son origen IGP, en cambio, hay otros en que sólo tienen 10 vinos de la Comunitat Valenciana en la carta. De todas formas, esta situación parte de la génesis de la IGP, que se creo de arriba abajo, desde el poder político hacia abajo, y eso siempre implica problemas.
¿Tienen ayudas de la administración?
Tenemos el apoyo para participar en eventos y también en algunas campañas de promoción, pero las ayudas directas son pocas. Además, nuestros recursos propios son escasos. Lo único que ingresamos son unos pocos céntimos por cada botella que se etiqueta con el sello de la IGP y otros pocos por cada hectárea de producción.

Y este año, ¿cómo ha afectado la crisis de la Covid-19?
El confinamiento nos afectó mucho. Se suspendieron muchas ferias y eventos en los que tenemos presencia como la Magdalena, la feria de Benlloc, la de les Useres, los restaurantes estaban cerrados y nos quedamos con cerca de un 70% de la producción en la bodega. Luego, con la desescalada, ha salido parte de la producción de la pasada campaña, poco a poco, pero el futuro sigue siendo incierto. De todas formas, seguiremos teniendo dificultades, ya que las grandes firmas, como Rueda o la Rioja venderán sus productos a precios muy bajos y nosotros no podemos competir con ellos.
¿La cosecha de esta temporada ha sido buena?
Si hablamos de cantidad, no ha sido buena. Se ha recolectado mucha menos uva que en 2019, pero la calidad del fruto ha sido muy buena. El exceso de lluvia en primavera ha perjudicado mucho a los viñedos, en especial también a las bodegas que apuestan por el ecológico. Enfermedades de la planta como el mildiu, entre otras, nos han afectado mucho. No será una campaña como la anterior, pero la calidad del vino será muy buena.
¿Cómo se presenta el futuro?
Lo único que tenemos claro es que seguiremos luchando por la calidad de nuestros vinos, que cumplen ya criterios de calidad de DO. Ha sido un camino difícil hasta aquí. Ahora no nos vamos a rendir. Hay que pensar que veníamos de una situación de 25 años sin vinos y una generación que no ha conocido la viticultura en Castellón. Y durante este tiempo, el mundo y el sector han cambiado y nosotros estábamos en el andén parados y nos hemos subido a un tren de alta velocidad en marcha. Pero a pesar de las dificultades, incluida ahora la de la Covid-19, estamos logrando ir hacia delante gracias a un esfuerzo conjunto de todos los viticultores. Sin ese esfuerzo, hubiese sido imposible llegar hasta donde estamos.
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